El arranque del 2023 nos encuentra como sociedad global envueltos en una serie de tensiones paradójicas y dilemas, que requieren de un ejercicio de claro discernimiento frente al marco de incertidumbre que nos desafía constantemente.
Los efectos residuales de la pandemia y la disrupción producida por la guerra imperial rusa conforman un escenario social y económico que requerirá de un llamado a la acción colaborativa entre gobiernos y sector privado. El Foro de Davos de enero de este año, intitulado “Cooperación en un mundo fragmentado” planteó esta necesidad de acción colectiva frente a un mundo que está en un punto crítico de inflexión.
El pulso social
Que nos dice el pulso social que mide El Barómetro de Confianza de Edelman para 2023 denominado “Navegando en un mundo polarizado”.
Se reconocen cuatro fuerzas que lideran la polarización:
- Ansiedad económica. El optimismo económico esta colapsando con menos personas que piensan que sus familias estarán mejor en cinco años, en 24 de los 28 países encuestados.
Las preocupaciones personales principales se concentran en la inflación y el miedo a la pérdida del empleo. Los temores sociales existenciales tienen que ver con el cambio climático, la guerra nuclear, la falta de alimentos y la falta de energía.
- Desequilibrio institucional. El sector privado empresario es la única institución vista como competente y ética, mientras que el gobierno es visto como no ético e incompetente. Se traslada esta presión al sector privado.
El gap o diferencia entre la confianza en negocios versus gobierno es a nivel global de 12 puntos porcentuales. Lideran la brecha: Sudáfrica (40), Argentina (32), Nigeria (31), Colombia (28), Kenia (28), Brasil (24) y México (24).
- División masiva de clases. Las personas en el cuartil más alto de ingresos viven en una diferente realidad de confianza que aquellos del cuartil más bajo.
La confianza global promedio en las cuatro instituciones que se miden: gobierno, negocios, Ong´s y medios de comunicación, son del 64% para el primer grupo y del 49% en el segundo.
En algunos países como Argentina ambos grupos sociales extremos miden desconfianza pública.
- La batalla por la verdad. Los medios no son una institución confiable principalmente las redes sociales. El gobierno y los medios de comunicación son vistos como fuentes de información falsa.
En cuanto a la confianza en los líderes, las personas cercanas son las que miden mejor: personas de mi comunidad, mis vecinos, mi CEO, mis compañeros de trabajo y en el tope los científicos.
El filósofo Byung-Chul Han aborda en su libro Infocracia el impacto que tiene el “régimen de la información“ como forma de dominio, en la que la información y su procesamiento mediante algoritmos e inteligencia artificial determinan los procesos sociales, económicos políticos. Un poder que utiliza la vigilancia psicopolítica, el control y pronóstico del comportamiento humano.
El modelo actual de capitalismo de la información se basa en la creación de redes y la comunicación. El sujeto se cree libre, auténtico, creativo, generando datos y comunicación que alimentan el sistema de vigilancia y fusionándolo con la vida cotidiana. Este mundo de la vida basado en la red lleva a una tribalización de opiniones e identidad donde el otro como semejante desaparece. Ya no nos escuchamos. Se impulsa una desintegración a través de identidades irreconciliables sin alteridad.
Estos elementos contribuyen a la fragmentación social y al debilitamiento del sistema democrático, junto al fenómeno de crisis de la verdad antes mencionado.
La polarización
Está claro que la desconfianza alimenta la polarización. Edelman clasifica los países en tres niveles de polarización. En el más severo las personas manifiestan que ven divisiones profundas en la sociedad y que no creen que puedan superarse. Dentro de este grupo se ubican: Argentina, Estados Unidos, Sudáfrica, España y Suecia. Entre los que tienen alto riesgo de polarización severa se encuentran: Inglaterra, Francia, Italia, Japón, Brasil, México, Corea del Sur y Alemania.
Un 53% de la población piensa que su país esta más dividido hoy que en el pasado.
Un 65% manifiesta que la civilidad y respeto mutuo hoy es lo peor que ha visto.
Un 62% dice que la fábrica social que una vez mantuvo a ese país unido no se ha desarrollado lo suficiente para servir como fundación para la unidad y un propósito común.
Un síntoma de esto es que muy pocas personas entrevistadas manifestaron que ayudarían, vivirían o trabajarían con otra persona que este fuertemente en desacuerdo con sus puntos de vista. Esto representa claramente una pérdida de identidad común compartida.
Estas polarizaciones alimentan los miedos al aumento de los prejuicios y la discriminación, la violencia en las calles y que el desarrollo económico se entorpezca y no se puedan abordar los desafíos sociales.
El rol del sector privado
Finalmente, se manifiesta una demanda muy fuerte sobre el sector empresario para abordar las problemáticas sociales.
Desde la mirada del consumidor y de los colaboradores de las empresas se espera mayoritariamente que las marcas y las empresas liguen con las creencias y valores de las personas y se involucren en la resolución de los problemas sociales. Y al mismo tiempo, se reconoce que las empresas no están haciendo hoy lo suficiente en temas como: cambio climático, inequidades económicas, falta de energía, información confiable o reentrenamiento de la fuerza laboral, discriminación e inmigración.
Un 68% cree que el poder de una marca puede ayudar a crear una identidad compartida y un 64% piensa que las empresas podrían fortalecer la fábrica social si dan soporte a políticos y medios que construyen consenso y cooperación.
Pero dentro de las empresas también surgen entre los colaboradores discusiones sobre temas políticos y sociales que pueden derivar en aspectos positivos o negativos.
Estos últimos pueden influir en fragmentación y dificultad para que colaboradores que tienen diferentes puntos de vista puedan trabajar juntos. Los lideres deben prever estrategias para evitar estos impactos negativos.
Nuestra visión es que las empresas tienen una oportunidad de liderar los cambios que el sistema necesita en colaboración con los gobiernos, así como reestablecer el optimismo económico.
El pulso empresarial
Veamos ahora que dicen los empresarios sobre sus negocios, visión y el contexto en el que les toca dirigir sus compañías.
En la 26ava.encuesta global a CEOs realizada por PWC en los inicios de 2023 surge una tensión entre los desafíos del tiempo actual, mientras hay que reinventar los negocios para el futuro.
Un 40% de CEOs no creen que sus compañías serán económicamente viables en los próximos 10 años. Esto es consistente en muchos sectores de actividad como tecnología, telecomunicaciones, salud y manufactura.
Los principales desafíos que impactarán en la rentabilidad de sus industrias para más del 50% son: los cambios en las preferencias y demandas de los consumidores, los cambios en las regulaciones, la escasez de mano de obra y de skills adecuados y la disrupción tecnológica (metaverso, IA, blockchain, y otros avances tecnológicos).
Hoy quienes dirigen una compañía son seguramente conscientes de las mega tendencias que están reconfigurando el ambiente de negocios: el cambio climático, la disrupción tecnológica, los cambios demográficos, la fragmentación e inestabilidad social.
Por ejemplo, ven el riesgo climático impactando en sus costos o cadenas de abastecimiento y en menor medida en sus activos físicos en los próximos doce meses. En general las compañías más expuestas son las más dispuestas a tomar acciones concretas.
Dentro de las acciones se destacan la implementación de iniciativas para reducir emisiones propias o innovar en productos y procesos amigables con el medioambiente, mientras que muy pocos están aplicando un precio interno del carbono en la toma de decisiones estratégicas.
En cuanto a los riesgos clave que están enfrentando se destacan para el horizonte de doce meses la inflación, la volatilidad macroeconómica y el riesgo geopolítico. Y en el horizonte de mediano plazo se suman la ciberseguridad y el cambio climático a los ya mencionados.
En cuanto al humor empresarial se percibe un fuerte pesimismo en cuanto al crecimiento económico global para este año, un cambio radical respecto de la medición anterior que mostraba optimismo de recuperación luego de la pandemia. Los shocks de 2022 como la guerra en Europa con efectos en los precios de la energía y los commodities, y acelerando la inflación y los salarios son causales de este desaliento general.
Se registra un mayor optimismo en crecer sus negocios locales que en el mundo global debido al crecimiento de los riesgos geopolíticos.
En respuesta a los desafíos económicos de corto plazo los CEOs dicen estar reduciendo costos operativos y expandiendo los ingresos con diversificación de productos y servicios o incrementando los precios. Sin embargo, no están dispuestos a reducir empleados o sus compensaciones. Y esto parece ser una respuesta a las expectativas que siguen teniendo sobre los niveles de rotación de los colaboradores y la necesidad de retener a los mejores talentos. La gran resignación de colaboradores en 2022 dejo como resultado un cambio positivo en la forma de liderar las compañías y de pensar sobre la experiencia laboral de los colaboradores. Esto es no solo la compensación sino también: sentido de propósito, autonomía y desarrollo de competencias.
Un aspecto interesante es la brecha que reconocen entre el tiempo que dedican en el día a día a manejar el rendimiento de las operaciones corrientes versus el dedicado a evolucionar el negocio y su estrategia para atender demandas futuras.
En cuanto a las inversiones corporativas tecnología es la prioridad enfocándose en automatización, upskilling de colaboradores y contratando tecnologías avanzadas. Un 60% para reinventar el negocio a futuro y un 40% para preservar el corriente.
Es clave que para reinventarse las compañías cuenten con líderes motivados, empoderados y emprendedores.
En la opinión de los CEOs existen falencias en las condiciones necesarias que los colaboradores tienen actualmente para enfrentar cambios disruptivos con autonomía.
En cuanto al desarrollo de ecosistemas los CEOs reconocen una mayor tendencia colaborar para crear valor para el negocio que para atender temas sociales en alianza con otras organizaciones, gobiernos, academia u ONGs.
Los temas que se identifican de mayor colaboración son: desarrollo sustentable, diversidad e inclusión, educación y cambio climático. Las grandes empresas son más proclives a colaborar con otras instituciones para resolver desafíos sociales.
Un ingrediente clave en estas acciones es la construcción de confianza con todos los stakeholders y la necesidad creciente en el sector privado de cambiar el involucramiento del liderazgo en la resolución de problemas sociales, la fractura del consenso post guerra fría y la intensificación de tensiones geopolíticas y sociales.
Liderazgo enfocado en las personas
Uno de los aspectos que debemos profundizar para poder seguir contando con colaboradores que sean actores de las trasformaciones que nuestras empresas necesitan realizar, es comprender cuales son las cosas más importantes que hoy la gente espera del trabajo.
El ultimo informe de Workmonitor de Randstad revela que la incertidumbre económica actual ha aumentado las expectativas y prioridades de los trabajadores. El estudio recoge las opiniones de 35000 personas empleadas de todo el mundo.
Uno de los aspectos es la seguridad en el empleo, uno de los principales temores sociales que surge del barómetro de confianza antes citado. Mas de la mitad de los encuestados demostró preocupación por el impacto de la incertidumbre en la seguridad laboral. Los trabajadores de América Latina son los más preocupados, un 60% teme perder su empleo frente al 24% de los europeos del oeste menos preocupados. El promedio global es casi del 40%.
El segundo aspecto es el equilibrio personal y laboral. La incertidumbre económica no ha afectado el deseo de conciliar mejor la vida laboral y familiar. Un 61% no aceptaría un puesto de trabajo si este se viera alterado, sobre todo en los más jóvenes entre 18 y 34 años. También surge que el 34% dejaría su trabajo debido a un entorno laboral tóxico, mientras que casi la mitad abandonaría un empleo si este le impidiera disfrutar de su vida.
Otra cuestión interesante es que muchas personas mayores están volviendo a trabajar y retrasando sus planes de jubilación o retiro. La mayoría por razones económicas y en segundo lugar porque el empleo es más que un sueldo ya sea por su significado y finalidad, por la interacción social, los retos que conlleva y el sentido de pertenencia que genera.
Ya en nuestro blog anticipábamos esta tendencia creciente y la necesidad de aprender a gestionar equipos multigeneracionales.
En cuanto a las expectativas las personas mayoritariamente manifiestan la importancia de la flexibilidad de horarios y ubicación.
Varias encuestas muestran que la mayoría de los colaboradores en promedio prefiere la opción de trabajo híbrido, es decir un mix entre presencial y remoto. Lo que observamos es que las áreas de tecnología tienen preferencia por mantener un trabajo a tiempo completo remoto.
En cuanto a las seguridades financieras, muchos trabajadores solicitan ayuda financiera a sus empresas, como anticipos o revisiones salariales.
Finalmente, el factor del sentido de pertenencia hoy resulta muy relevante. Los acontecimientos de los últimos tres años han llevado a reevaluar el valor y el propósito del trabajo en sus vidas. Un 54% afirma que dejaría su trabajo si no se sintiera a gusto en la empresa. La mayoría cree que es importante que los valores de la empresa coincidan con los suyos propios en temas sociales y ambientales. En cuanto a los valores del empleador, el 77% afirma que la sostenibilidad, la diversidad y la transparencia son importantes. Muchos, principalmente la generación Z, se negarían a trabajar para una empresa que no hiciera un esfuerzo proactivo por ser más sostenible.
Vemos con optimismo una tendencia positiva en la transformación de los modelos empresariales hacia el triple impacto. Aquí la demanda de los propios colaboradores está siendo relevante para la transparencia en aspectos clave como el cuidado de la salud y seguridad de los colaboradores, el impacto de la organización en la economía, la atención de los temas de diversidad e inclusión en el trabajo o el impacto en el medioambiente.
Consideraciones sobre los cambios que el modelo social y económico.
La primera pregunta que nos hacemos es si el sistema capitalista en el que estamos, con matices de mayor grado de libertad económica y política, tiene posibilidades de mejorarse hacia un sistema más colaborativo como mencionamos al inicio de esta nota.
Infocracia
La llamada infocracia de Byung-Chul Han embebida en el sistema capitalista actual propugna como dijimos un cambio radical en nuestra relación con el mundo y nuestra convivencia social. Se ha apoderado de la esfera política y provoca distorsiones en el sistema democrático. No hay lugar para el discurso y se configura un tipo de democracia en tiempo real carente de una acción comunicativa que requiere públicos estables.
Los dataístas ven al Big Data y a la inteligencia artificial como equivalentes funcionales de la esfera pública discursiva. La racionalidad discursiva se convierte en racionalidad digital.
Los dataístas imaginan una sociedad que puede prescindir por completo de la política.
Se podría lograr una estabilidad en el sistema social. Los partidos y las ideologías no tendrían sentido en una sociedad sin desigualdades sistémicas. La administración de la sociedad estará a cargo de expertos e informáticos, más allá de los principios ideológicos e independientemente del poder.
Como contracara se defiende un conductismo digital que rechaza la idea de un individuo libre que actúa de manera autónoma.
Pareciera que lo que acá estaría en juego es la expectativa que tenemos como seres humanos de ser dueños de nuestra vida y autor de nuestras experiencias.
¿Se perdería el libre albedrio? ¿Nos transformaríamos en cyborg-ciudadanos? ¿Tendríamos el riesgo de ser manipulados para orientar nuestros hábitos y comportamientos? ¿Se conformarían nuevas desigualdades sociales y rebeldías frente a este pseudo sometimiento posible?
Parecería que estos aspectos podrían mitigarse organizando adecuadamente el uso y propiedad de los datos y su seguridad a través de un sistema de gobernanza local o global.
Por otro lado, lograríamos librarnos de los residuos de la ideologización en las administraciones de gobierno y se reducirían significativamente los gastos públicos con su impacto derivado en los déficits fiscales hoy abundantes y, consecuentemente, los sistemas fiscales extractivos de los ingresos a los ciudadanos podrían minimizarse. Los presupuestos públicos podrían reorientarse a la educación y formación de las personas y a las inversiones en infraestructuras y ciudades sustentables, así como en la investigación científica y tecnológica.
En nuestra visión podrían combinarse algunos de estos aspectos positivos en la formación de un nuevo sistema económico y social.
Byung Chul Han nos advierte también, pese a los movimientos de demanda social activa cada vez más frecuentes en el escenario creciente de la fragmentación (el caso de Inglaterra o Francia, por ejemplo), que una revolución no es posible en el sistema actual de la sociedad de la información.
Esto si era posible en la sociedad disciplinaria e industrial donde el poder era represivo. Eran visibles los opresores y la opresión. Era posible entonces una resistencia frente a un enemigo posible.
El sistema de gobierno neoliberal hoy tiene una estructura distinta. El poder que mantiene el sistema no es represivo, sino seductor, tentador. Es un poder más eficaz que el represivo. En lugar de actuar con prohibiciones y privaciones lo hace con favores y satisfacciones, haciendo a las personas dependientes.
Por otro lado, nos autoexplotamos a nosotros mismos, nos desnudamos voluntariamente. Impera en varias sociedades un enorme conformismo y consenso acompañados de estados de depresión y burnout. Uno aplica violencia contra sí mismo en lugar de querer cambiar la sociedad. El “empresario de sí mismo” es la tendencia actual de producción, individualizado y aislado. Esta competencia absoluta destruye la solidaridad y el civismo.
Creemos que la economía del compartir bien desarrollada por Jeremy Rifkin sería un atenuante del hipercapitalismo, con una sociedad global en la que compartir tendría más valor que poseer. Esto ya está sucediendo en algunos países con las energías generadas por cada ciudadano en sus hogares.
Han es escéptico de esta mirada y piensa que la ideología de la comunidad y los recursos comunes para la colaboración conduce a la capitalización total de la comunidad.
Socialismo democrático
Thomas Piketty en su libro “Una breve historia de la igualdad” hace un recorrido sobre la evolución y mejora de la situación de desigualdades en el mundo, incluyendo no sólo el tema económico o de ingresos, sino también las cuestiones de discriminación social y racial.
Considera que en las próximas décadas algunos de los factores que impulsarán un cambio son los desastres medioambientales que se avecinan y la competencia entre los poderes estatales e ideológicos a escala mundial.
Propone un modelo de socialismo democrático, participativo y federal, ecológico y con mestizaje social, considerado como prolongación lógica de una corriente igualitaria que está en marcha desde fines del Siglo XVIII.
Este sistema estaría basado en el desarrollo del Estado social y la fiscalidad progresiva, el reparto del poder de las empresas, las reparaciones poscoloniales y la lucha contra la discriminación, la igualdad educativa y la tarjeta-carbono, la progresiva desmercantilización de la economía, la garantía de empleo y el sistema de herencia universal, la reducción drástica de las desigualdades monetarias y un sistema electoral y mediático al margen de la influencia del dinero.
La evolución hacia un sistema como éste permitiría dar respuesta al declive neoliberal que se aceleró por la crisis financiera de 2008 y la epidemia del 2020. Un temor que debemos prever es que el neoliberalismo sea reemplazado por neonacionalismos como los que encarnan el trumpismo, el Brexit, el nacionalismo turco, brasileño o indio, movimientos políticos diferentes que tienen en común señalar al extranjero y a diversas minorías como responsables de los problemas nacionales.
Picketty analiza también la situación del modelo del socialismo chino al cual identifica como una dictadura digital perfecta.
Si se comparan las estructuras económicas de China con Occidente la mayor diferencia es el régimen de propiedad, donde el peso de lo público que al inicio de las reformas en 1978 era del 70% y cayó hasta mediados del 2000 al 30%. Y crecen junto al privado en un régimen de economía mixta. Actualmente, los poderes públicos poseen alrededor del 55/60% del capital empresarial, manteniendo un estrecho control del sistema productivo y empujando inversiones en infraestructuras y en transición energética a nivel nacional e internacional.
El otro punto relevante que destaca es el papel dominante del Partido Comunista Chino con un estilo de democracia que confía el destino del país a una vanguardia motivada y determinada, seleccionada e implicada en el interés general.
Por otra parte, la vigilancia generalizada de la población en las redes sociales, la represión de los disidentes y las minorías, el embrutecimiento del proceso electoral en Hong Kong y las amenazas al sistema de democracia electoral en Taiwán son cada vez más evidentes.
La capacidad del régimen para seducir a la opinión pública de otros países parece limitada. A esto debemos agregar: la opacidad en la distribución de la riqueza y el sentimiento de injusticia social, fuerte aumento de las desigualdades, encarcelamientos y aislamientos.
Los debates sobre los regímenes alternativos y las múltiples formas de socialismo, extinguidos durante un tiempo en 1990 ante el colapso del comunismo soviético, se han reavivado tras la crisis del 2008 y a medida que se ha hecho evidente el callejón sin salida desigualitario y climático del sistema actual. Son debates y luchas que están lejos de cerrarse.
El modelo de Rusia
En relación al Estado ruso, el rupturismo de la paz post guerra fría muestra dentro de Europa una guerra que busca también imponer un nuevo orden mundial o al menos un sistema social y político basado en los valores tradicionales del soviet.
En el manifiesto del milenio, Putin marca la importancia para Rusia en su carácter de potencia, uno de los pilares de la idea panrusa, cuyos componentes más importantes son: patriotismo, solidaridad social, potencia y estatismo.
Serguei Karaganov, asesor de Putin, ha explicado recientemente lo que significa esta doctrina.
Rusia entró en una nueva era de “destrucción constructiva” del modelo anterior de las relaciones con Occidente.
Occidente está en camino a una lenta pero inevitable decadencia. Perderá esta nueva Guerra Fría. Se volverá más razonable.
Rusia debería ser capaz de ofrecer al mundo una alternativa a largo plazo, un nuevo marco político basado en la paz y la cooperación.
Claramente son manifestaciones contradictorias con la voluntad de aterrorizar a la población de Ucrania con destrucción de objetivos civiles, saqueos, violaciones, etc.
La idea es restaurar el papel rector del Estado, basado en la tradición del país. Un Estado fuerte, confusión entre Estado y gobierno autocrático de una persona, con un Parlamento sin poder real. En palabras de Ingerflom “El dominio del amo”, un libro de análisis histórico muy interesante.
Rusia se propone ofrecer al mundo un modelo basado en los siguientes valores: restricción a las libertades políticas, libertad individual absoluta en el plano económico, defender la dignidad nacional y reforzar las fronteras ante futuras inmigraciones masivas desde territorios difícilmente habitables, sentido de rectitud moral (combatir los valores que rechazan el género, la patria , las creencias y la historia liderando a la mayoría de la humanidad a que adhiera a valores conservadores o normales).
El gobierno ruso actual se pronuncia explícitamente contra el liberalismo político. El proyecto ruso retoma la fuerza como único criterio de convivencia, una apuesta repetitiva en la historia rusa de sumisión de sus propios pueblos, expansión territorial y aventuras guerreras.
La guerra actual obedece al destino singular de Rusia y pretende anunciar el final de la era de la multipolaridad. Se busca una derrota de occidente en cuanto a instituciones, valores de vida, gobiernos y la imposición de una potencia líder.
Para no aburrir a nuestros lectores…
Parecería que es fundamental proponer un modelo de desarrollo cooperativo, basado en valores universales y en indicadores sociales y medioambientales objetivos y verificables. Asimismo, definir los Parlamentos transnacionales que deberían ser responsables de los bienes públicos globales y de las políticas comunes de justicia fiscal y medioambiental. Esta soberanía universalista requerirá seguramente de ciudadanos y lideres activos y comprometidos con el bien común.
Encontrándonos como sociedad global en este punto de inflexión, resulta motivante pensar que, como líderes de nuestras organizaciones empresariales, civiles o en roles de gobernanza pública o privada, tenemos la posibilidad de elegir: navegar la incertidumbre del futuro siguiendo el norte que marca el compás de los tiempos sociales, o ejercer nuestra libertad y el sentido de nuestra vida para ajustar, calibrar ese compás nutriéndolo con nuestros anhelos de mejor vida para nosotros y nuestros semejantes. Eso sería, como el particular compás del Capitán Jack Sparrow a bordo del Perla Negra y así lo explica: «….este compás no apunta al norte…. Apunta a aquello que tu más quieres en este mundo…»