El desarrollo de las hipertecnologías, o también llamadas tecnologías exponenciales : robótica, inteligencia artificial, realidad virtual, biotecnología, infotecnología, manufactura 3D y su múltiples convergencias están transformando y, cada vez más, los procesos de negocio de las compañías, generando contextos disruptivos y cambiantes.
El gran desafío para las organizaciones será asegurarse que sus líderes empresariales están dotados de lo que nos animamos a describir como competencias exponenciales.
El profesor Peter Diamandis, cofundador de Singularity University nos presenta como una necesidad para la exitosa gestion de las organizaciones exponenciales del Siglo XXI y más allá : cómo conformar una “Bold Mindset”, una mente que habilite la creatividad de manera espontánea y sepa encontrar los puntos de encuentro entre el talento de las personas y las nuevas tecnologías exponenciales. Lo que Mike Walsh nos describe como el “ Algorithmic Leader”. No sólo esta habiendo un impacto en la educación de las personas sino también en la necesidad de contar con la resistencia emocional para afrontar estos cambios. Y, principalmente, la evolución de la inteligencia artificial y sus algoritmos afectarán los procesos decisorios que los roles de liderazgo requieren y requerirán de una renovada armonía y articulación.
Los líderes deberán invertir en sus propias capacidades para mantenerse relevantes. La automatización, como destacábamos en otra nota del blog, desafía a reimaginar lo que hacen los líderes organizacionales. Descubriremos quizás que el tiempo más valioso será aplicado a manejar excepciones y encontrar soluciones no lineales a problemas complejos. Estos cambios en los modelos de negocio presentan el desafío de cómo la gente va a interactuar con el otro, resolver problemas y generar ideas. La tendencia será ir hacia un modelo más horizontal y descentralizado. apaln.
Un atributo que el lider exponencial necesitará es conocer los contextos culturales y tener la visión sistémica punta a punta de como enlazan las distintas partes.
Pero en esta nota queremos hacer foco y resaltar dos atributos que, a nuestro entender, aparecen como algo muy necesario y relevante para que los liderazgos del futuro contribuyan positivamente a «moldear» este nuevo humanismo digital.
El primero es el Mindfullness, algo que siempre existió como práctica, llamada de meditación, en las culturas orientales de India, Tibet, China y Japón. Y tiene distintos nombres como Raja Yoga , en la definición de la universidad espiritual internacional Brahma Kumaris.
El otro es la capacidad de Improvisación, una práctica que a menudo relacionamos con los músicos y que contribuye significativamente a los procesos creativos.
Mindfullness
En el Foro Espíritu de Humanidad, celebrado el año pasado en Villa la Angostura, Patagonia, tuvimos la oportunidad de conocer a Enrique Simó, quien ayuda a los líderes empresariales en España con el aprendizaje del mindfullness y la meditación, y así nos explica el proceso en su libro sobre “8 estrategias de Mindfulness para potenciar tu autoliderazgo. Un viaje hacia la Maestría Personal”.
Podemos definir el Mindfullness como : El entrenamiento de la atención para desarrollar la habilidad de observar sin emitir juicios, de aprender a ser el observador desapegado, y de responder desde la calma y la serenidad en lugar de reaccionar emocionalmente.
Se trata de la habilidad para estar presente y saber vivir cada momento tal y como se presenta, aceptándolo o integrandolo como parte del presente.
Es comprobado que esta práctica genera tranquilidad, claridad y bienestar.
La incorporación del mindfulness a la rutina de quienes dirigen grupos humanos trae los siguientes beneficios :
- Una vida de mayor calidad
- Un mayor nivel de conciencia a la hora de actuar
- Más atención en el impacto que su comportamiento genera en los demás.
- Más conciencia de los que ocurre en el cuerpo físico al someterlo a una tensión
- Un estado de presencia que permite lograr una sensación de mayor satisfacción en cada momento de la vida, independientemente de las circunstancias que rodean a la persona.
Y si hay algo fundamental que nos ofrece el mindfulness es el entrenamiento de la atención, para desarrollar esa capacidad de la autoconciencia. Además ayuda a los líderes a recuperar el autorespecto para luego desarrollar la capacidad de respetar y comprender a los demás.
El Mindfulness es un tipo de meditación. Los elementos que la práctica de la meditación activan para fortalecer todas las facultades internas del ser son:
- La mente: la facultad que tenemos para crear pensamientos, ideas, imágenes y experiencias.
- La atención: la facultad de enfocar nuestra energía mental en una dirección determinada.
- La voluntad: la facultad que dirige la atención. Se alimenta de la comprensión, es decir, de sabiduría. Es la voluntad natural que surge de la motivación de tener un propósito.
- La voz de la conciencia o sabiduría interior, que nos permite ver con más claridad. Es decir la capacidad de discernir sobre lo que sucede y tomar las decisiones más adecuadas.
- El observador, que se da cuenta de todo lo que acontece, sin aferrarse ni identificarse.
La meditación es un proceso de desidentificación con todo lo que ocurre fuera de uno, y identificar la esencia, el yo autentico y desde esa conciencia pasar a la acción.
El punto de partida es el presente, el ahora. El pasado sirve tan sólo para el aprendizaje, revivirlo no aporta nada útil. El futuro aun no existe, podemos imaginarlo pero la única forma de crear el futuro como líder es plantar las semillas en el presente.
En un mundo cada vez mas complejo e incierto, es necesario desarrollar una nueva actitud mental, un nuevo mindset, un nuevo sistema operativo interno que se adapte a las nuevas necesidades, una nueva programación interna.
Simó identifica 8 estrategias de mindfulness.
La primera es entrenar la atención plena. Aprender a dirigirla hacia lo que es importante para uno y crear nuevos pensamientos que generen nuevas actitudes, nuevas emociones y nuevos comportamientos. Sólo así es posible conseguir resultados diferentes en un mundo que constantemente va cambiando su realidad.
La segunda es educar la mente, esa facultad extraordinaria que todos tenemos, quizás el recurso más poderoso de que disponemos y posiblemente el más descuidado y peor utilizado. Nuestra mente es una fábrica de pensamientos. Ser conciente de ello, del poder para crear una realidad, permite empezar a decidir si queremos crear muchos pensamientos de baja calidad o pocos de alta calidad. El otro punto relevante es que la percepción del tiempo está relacionada con la actividad de nuestra mente. Desde una mente acelerada percibimos una aceleración del tiempo. Y esto puede traer estrés e imprecisión en nuestras acciones y decisiones.
La tercer estrategia es centrarse en el impacto de nuestra presencia. La capacidad de estar plenamente conciente de cómo uno está, cómo nos sentimos, de lo que está ocurriendo y de lo que uno aporta en esa situación. Es decir cómo estamos impactando e influyendo en los demás. Una presencia fundamentada en energía positiva genera un impacto muy favorable en las personas con las que nos relacionamos generando conversaciones fructíferas y mejores resultados. El otro aspecto de la presencia es aprender a reconocer el lenguaje corporal que impartimos y el que otros nos traen. Es la imagen que proyectamos en otros.
El cuarto punto es ser un observador desapegado. Implica que somos capaces de crear una sana distancia entre lo que ocurre, lo observado y el observador. Esto nos permite discernir con más claridad y, consecuentemente, tomar decisiones más adecuadas y a la vez ser más eficaz en las respuestas que ofrecemos.
El quinto punto es la importancia de comprender las emociones. Percibir las sensaciones que aparecen en el cuerpo antes que se manifieste una emoción. Y de esa manera, poder canalizar su energía para que no nos influyan negativamente, incluso convertirlas en algo positivo. Esto es muy relevante en el marco de la ira subyacente que existe en las compañías. Es importante aprender a separar la emoción que está sucediendo en nuestro interior de nosotros mismos. No somo eso, somos testigo de esa emoción. El mindfulness nos permite lograr esa desidentificación y dejar de ser esclavos de esa emoción. En definitiva gestionar nuestras emociones como lo definía Daniel Goleman.
Otro aspecto fundamental desarrollar el foco y la concentración. Cómo enfocar nuestra atención en aquello que es importante y tiene sentido para nosotros. Es decir no desviarnos del propósito, nuestros valores y la visión que hemos construido hacia la que deseamos dirigir nuestras acciones. Como decía Bruce Lee, “la concentración es la raiz de todas las capacidades del hombre”. Es la capacidad de mantener la atención de manera continuada en la tarea o actividad que estamos realizando. Esa tarea puede ser pensar acerca de algo o escuchar a alguien. Algunos tips para mantener la concentración son: renunciar a las multitareas, desconectarnos de los generadores de distracciones, ordenar y organizar el entorno de trabajo, planificar nuestro tiempo con momentos de recuperación para conseguir mejores resultados.
El séptimo aspecto es centrarnos en la intención y cuál es su influencia en nuestras interacciones y conversaciones. Es la actitud con la que mantenemos nuestro estado de presencia, es la fuerza y enfoque que le podemos dar a nuestra energía interior. La intención es un objetivo claro acompañado de un deseo o motivación profundos. Cuando ponemos en marcha una intención con convicción estamos enviando una señal al universo y a nuestra mente inconciente y vamos a buscar activamente caminos para convertir ese deseo en realidad. La calidad de la intención, cuando proviene de nuestra esencia, es diametralmente opuesta al ego, lleno de necesidades, deseos y expectativas. La intención debe crearse desde nuestro centro interior, nuestra autenticidad.
Finalmente, quienes lideran organizaciones humanas deben aprender a optimizar el uso de su energía. Resulta más relevante la gestión de la energía que la gestión del tiempo. Nuestra atención y nuestra intención deben enfocarse en todo aquello que genera energía. Y saber identificar todo aquello que nos roba energía. La energía nos permite actuar con más paciencia, afrontar plenamente las dificultades, tener más creatividad, entre otras cosas. Es curioso y paradójico pensar que una de la creencias tradicionales en relación al mundo del trabajo y las empresas, es que una persona comprometida y sacrificada es la que trabaja durante largos períodos de tiempo, sin pausas ni distracciones. El mindfulness nos enseña que para saber administrar mejor la energía son necesarias dosis de descanso y recuperación. Y así obtener mejores niveles de rendimiento.
Resulta clave ser concientes de la necesidad de equilibrar cuatro energías principalemte: física, emocional, mental y espiritual.
En resumen, el mindfulness aporta al autoliderazgo más conciencia, responsabilidad, sostenibilidad y vitalidad.
La improvisación
La improvisación complementa estas habilidades que nos brinda el mindfulness, enseñando a los líderes a confiar en que siendo el mundo una sorpresa a perpetuidad, en perpetuo movimiento, también conformará una invitación perpetua a crear.
Se trata de desarrollar las fuentes internas de la creación espontánea. Es decir nuestros popios poderes creativos que pueden ser fortalecidos. Desplegar la imaginación humana.
La literatura de la creatividad está llena de historias de avances súbitos. Hay momentos de iluminación y momentos de total cambio en la manera de pensar. En el desarrollo de una vida creativa, atributo necesario para los líderes exponenciales, hay avances provisorios sin que pueda preverse cual será el último, porque se trata de un viaje hacia el interior del alma. El proceso creativo es un camino espiritual nos dice Stephen Nachmanovitch, en “Free Play”. Es sobre nosotros, sobre el yo profundo, sobre la originalidad en el sentido no de lo que es totalmente nuevo, sono de lo que es total y originalmente nosotros mismos.
La improvisación se llama también extemporización, que significa fuera del tiempo. Ya estemos creando una forma de arte o una comida, improvisamos cuando nos movemos con el flujo del tiempo con nuestra propia conciencia en evolución, más que con un guión o una receta. Hay dos clases de tiempo: el momento de la inspiración y luego la lucha por retenerla el tiempo suficiente para ejecutarla, actuarla.
El trabajo del líder improvisador consiste en extender los “flashes creativos” y extenderlos hasta que se fusionen con la cotidianeidad. Es entonces cuando empezamos a experimentar la creatividad y el libre juego de la improvisación com parte de nuestra mente común de nuestra actividad habitual.
A pesar de lo que habitualmente se cree, la improvisación tiene sus reglas. Cuando somos fieles a nuestra individualidad estamos siguiendo un diseño muy intrincado. Nuestro cuerpo-mente es un asunto altamente organizado y estructurado. Un improvisador actúa a partir de tres billones de años de evolución orgánica, siendo que todo esta codificado en nuestro ser.
El conocimiento razonado procede de a un paso por vez y los resultados de un paso pueden echar por tierra los del anterior, y esto sucede a menudo. De alli que pensamos demasiado y no podemos decidir firmemente que hacer.
El conocimiento razonado proviene de una información de la que tenemos clara conciencia y esta es sólo una parte del nuestro conocimiento total.
El conocimiento intuitivo en cambio, procede de todo lo que sabemos y de todo lo que somos. Converge en el momento a partir de una rica pluralidad de direcciones y fuentes, de alli la sensación de absoluta certeza que se asocia tradicionalmente con el conocimiento intuitivo.
El dominio de la improvisación, en un líder que enfrentará nuevos desafíos derivados de la disyunción y los cambios, significa responsabilidad y capacidad para responder en el tiempo real a la necesidad del momento. La vida intuitiva o inspirada significa no limitarse a oir pasivamente la voz, sino actuar en concordancia.
La improvisación y todos los actos creativos son formas de juego, es especulación libre. El juego estimula la riqueza de respuesta y la capacidad de adaptación. Permite reordenar las capaciddades y la identidad para usarlas en formas imprevistas. El psiquismo creador de los artistas nos enseña la fluidez de estos procesos. Toda esta habilidad de improvisación, de recuperar el juego libre y despertar la creatividad nos permite ser auténticos con nosotros mismos y con nuestras visiones.
Cuando se despierta esta fuerza creativa que no depende de nadie, hay una liberación de energía, de la simplicidad , del entusiasmo.
Este estado mental activo y vigoroso es el más favorable para el florecer de cualquier obra o proyecto. Y sus raíces están en el juego del niño, y su máxima floración en la creatividad artística totalmente desarrollada.
Los adultos involucrados en un trabajo que aman también pueden experimentar estos momentos donde los esfuerzos no requieren esfuerzos.
Un tema no menor son los circulos viciosos que pueden afectar los procesos de juego libre de improvisación. Estos pueden entrar en un remolino que termina en la adicción o en la postergación., dejandonos fuera de nuestro flujo natural de actividad, en estados de confusión y dudando de nosotros mismos.
Hay adicciones a dogmas pasados de moda, por la que la gente se sigue masacrando en todas partes del mundo. Hay adicciones al éxito y al fracaso. Los acontecimientos frustrantes también pueden poner en funcionamiento pensamientos obsesivos a los que nos aferramos compulsivamente.
Hay una fina línea divisoria entre lo patológico y lo creativo, entre la adicción y la práctica. Los hábitos son adictivos si está presente ese misterioso factor de aceleración, cuando los suficiente nunca es suficiente. Los hábitos son adictivos si el trabajo y la recompensa se invierten.
Por su lado la postergación nos lleva a un ciclo de compresión o bloqueo, de depresión, de impotencia, de anomia.
Ambos son desordenes de la autorregulación del individuo.
También el crítico interno puede experimentarse como una figura paterna dura y punitiva y llevar a un bloqueo o parálisis de creatividad. El tema es poder identificar el juicio constructivo del obstructivo. El primero se realiza en sincronía, en el no-tiempo. El segundo es perpendicular al flujo de trabajo y nuestro tiempo se parte en segmentos y cada segmento encierra una posibilidad de detenerse.
Las emociones aflictivas son la raiz de estos bloqueos, de la adicción y de la postergación, en particular el miedo. El perfeccionismo también puede paralizarnos, cuando entramos en constante comparación con el otro idealizado (fantasma).
Los bloqueos representan el precio de evitar la entrega, que constituye la llave para abrirse a un mundo de deleite y creación ininterrumpida. Esta paradoja del control versus dejar que las cosas sucedan naturalmente no se puede racionalizar, solo resolverse con la práctica concreta.
Estos atributos del improvisación en la vida y en el trabajo, de recuperar el juego libre y despertar la creatividad resultan necesarios para moldear al líder exponencial para enfrentar los desafíos del futuro. Permiten que seamos auténticos con nosotros mismos y con nuestras visiones, y auténticos ante la totalidad no revelada que está más allá del sí mismo y de la visión que tenemos hoy.
Estamos convencidos de la necesidad que nos demanda el futuro de nutrir un humanismo digital, que sepa articular los beneficios de la disrupción tecnológica con la esencia de las capacidades humanas. Es clave para que la armonía y la civilidad crezcan en este mundo de diferencias y conflictos en tiempos de transiciones.